Star-System: Las estrellas que se apagan

Las celebridades luchan por adaptarse en tiempos de influencers y pandemias.

La primera vez que escuché el término «Star-system» fue en el programa de Rial. Si, en Intrusos, una cara desconocida para ese entonces le decía al conductor «Yo siento que el star-system argentino no apoya el debate del aborto tanto como apoyó al de matrimonio igualitario» Me acuerdo de ese programa, porque fue la primera vez que noté que algo que se venía hablando hacía mucho, llegaba tarde a la televisión. 

El debate por el matrimonio igualitario se dio en la tele, antes que en las casas. Osvaldo Bazán diciendo «somos ciudadanos de segunda» fue algo que resonó muy fuerte en mi casa, al punto que mi viejo, que hasta entonces no había vuelto a opinar nada desde mi salida del closet, me dijo «vos tranquilo, tarde o temprano esta ley va a salir». Hubo momentos icónicos como los de Pepito Cibrian interpelando a la mesa de Mirtha con su dilema «A un niño que lo han abandonado, ¿qué le dirías, calle o Pepe?» O el famoso «Habla Marica»  que desconcertó a todo un país, y que hoy, con un poco más de threads y militancia encima, entiendo que fue hasta avanzado para su época. El apoyo de las celebridades fue clave para instalar el tema.

Pepito Cibrian interpretando el texto de Federico García Lorca en el Congreso de la Nación, 2010

En cambio con el aborto se dio otra dinámica. Acá lo empujaron mis hermanas en peleas y cenas familiares porque, como decía Luciana Peker en Intrusos «el medio no se anima a tomar partido, la televisión es más machista que homofóbica». Algo se venía sintiendo en twitter hacía un tiempo y en mi caso, que me críe en un ambiente de danza, donde los varones  somos la minoría, también lo noté. Fue de boca en boca, a la antigua pero con el poder amplificatorio de las  redes. La rebelión de las hijas de la que tanto se ha escrito. Los medios llegaron tarde y las estrellas – se les dice así porque parecen inalcanzables – también. Ahí fue cuando noté que su luz empezaba a menguar. 

«El medio es más machista que homofóbico» Luciana Peker

Cada celebridad que se pronunciaba era bien recibida, de un bando o del otro. Pero ahí estaba lo novedoso, sí, la sociedad estaba esperando que hablaran, pero no los escuchaban de forma pasiva sino para formarse una opinión más completa de ellos, como personas, no del tema en sí. Los ídolos intocables empezaban a caerse. La cultura de la cancelación en su mejor faceta. 

Lali Espósito con el pañuelo de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Premios Martín Fierro 2018

El caso más emblemático, posiblemente, sea el de Susana Giménez. Había expectativa en torno a su opinión. Aunque años antes había hecho declaraciones poco felices sobre la justicia por mano propia, se esperaba que  apoyara la causa y cumpliera con esa contradictoria imagen de «la Oprah Argentina» que ella misma se había construído a la largo de los años, a pesar de mostrarse siempre en contra de las causas populares. Finalmente, convencida o no, le dedicó un posteo en Instagram al asunto. Casi como un símbolo: Rindiéndose ante las exigencias de sus cada vez menos fans en la red social que compite directamente con ella por la atención de su público. Fans que ahora escuchaban con admiración a otras voces, ya no inalcanzables, sino propias, pares, referentes: Una médica convertida en influencer, una militante de secundaria, que pronto sería diputada. 

Susana Giménez da su postura sobre al aborto en Instagram

Atrás quedó la era aspiracional de las tapas de Gente o las entrevistas exclusivas. Ser famoso ahora está a un click de distancia, un live en instagram puede tener más espectadores que un programa en prime time. Cualquier cosa puede viralizarse: un hilo de twitter, una story graciosa o un bailecito. Lo importante es conectar con tu audiencia, mostrarte accesible, ser uno de ellos. Y el medio, un poco desplazado por los tiempos, corre de atrás como cuando apareció el cine sonoro y muchos astros de las películas mudas se apagaron por no poder adaptarse. 

La cuarentena hizo que entraramos a las casas de los famosos. Sin las luces, ni el glamour, ni el canje, son iguales a nosotros, algunos hasta menos creativos y cero empáticos. “Hacemos esto para ustedes y encima nos critican” se quejaba una actriz desde su cama, leyendo los comentarios en su feed.

Les conté que yo bailo desde chico: Uno se expone al spotlight porque necesita del público y no al revés. Nuestro star-system en retirada todavía no se amiga con esa idea. 

Escribo esto mientras miro otra vez The Crown y me entrengo relojeando historias en la cuenta de esa  famosa que cancelaron hace un tiempo. Sigue tratando de vendernos esas maquinitas. Voy justo por el capítulo en que la Reina acepta recibir a los ciudadanos en el palacio de Buckingham, para mostrar que ellos también pueden ser accesibles. La Reina Madre suspira, al ver la cola de turistas y dice «(…)Se nos escapa. Poco a poco, pieza por pieza. Nuestra autoridad, nuestro absolutismo, nuestros derechos divinos.»