Viendo lo que pasó esta semana con Trump, el Capitolio de Washington y su turba de seguidores, me acordé de un episodio similar que podría echar un poco de luz a tantos hilos de Twitter y memes. Generalmente uso alguna serie como excusa para hablarles de historia, esta vez voy a hacer al revés: Les voy a contar una historia para que vean la miniserie de John Adams.
Antes que nada, voy a decir que este posteo se me ocurrió por un tweet de @dadatina sobre el loco seguidor de Trump disfrazado como en Hamilton, durante los disturbios en el Congreso de Estados Unidos. Si les gusta ese musical, acá va un poco del lado B de ese período.
Mi viaje a Boston
Hace un par de años, casi de casualidad terminé viajando a Boston. Mí idea era ir a tomar clases de danza a Nueva York y, buscando qué otras cosas podía hacer, opté por ir ahí, en vez de la típica excursión a Filadelfia, Washington o los outlets de New Jersey.
No tenia mucha idea sobre la Independencia norteamericana hasta que llegué y descubrí que por la zona histórica de la ciudad hay una ruta marcada en el piso que se llama Freedom Trail y te lleva por los distintos sitios de la revolución: Iglesias, cementerios, campos de batalla y meeting houses – los cabildos de ellos.
En Nueva York, todos los museos hacían referencia a Hamilton, la estrella del momento, pero en Boston cada muestra giraba en torno a tres personajes: Paul Revere -el que cabalgó avisando que venían los casacas rojas- y los primos John y Sam Adams. En uno de los cementerios me topé con una de sus tumbas. Este post es acerca de ellos, y sobre la «Masacre de Boston» algo muy parecido a lo que pasó, o podría haber pasado hace unos días, en el Capitolio.
Si son fans de Hamilton, el nombre John Adams les debe sonar de ahí, se lo nombra pero jamás aparece. Les recomiendo la serie de HBO sobre su vida, es del 2008. Cuentan la otra campana de la historia, la del adversario político del famoso Alexander. La recreación histórica es impecable y además está Laura Linney en vestuario de época. Les va a gustar.
Sam Adams era entonces mucho más renombrado que John. Formaba parte de una logia conocida como «Sons of Liberty» que se oponía a los impuestos de la corona inglesa. John, por otro lado, era un abogado de bajo perfil. La viborita, que tanto le gusta a nuestros libertarios locales era su bandera, pero no simbolizaba estar contra el Estado sino todo lo contrario, exigía que las colonias -futuros Estados- fueran quienes fijaran las reglas impositivas y no un rey extranjero. Más de un liberartario moderno se sorprendería con este dato. Los Hijos de la Libertad eran además conocidos por torturar y cubrir de brea y plumas a quienes se opusieran a su postura. John Adams criticaba a su primo por estas prácticas y los revolucionarios lo tildaban de cobarde, hoy le dirían tibio. Ya desde entonces había grieta entre moderados y fanáticos, pero esto recién empezaba.
En marzo de 1770 una multitud se juntó a protestar frente a la Boston State House, centro del poder inglés en Massachusetts -todavía en pie – y en un confuso episodio las tropas del rey dispararon contra la gente. Se inició una investigación pero ningún abogado quiso defender a los soldados, salvo John Adams. Gracias a testimonios y su don para la retórica, logró demostrar que los soldados ingleses actuaron en defensa propia mientras una turba violenta intentaba ingresar por la fuerza a un edificio público. Cinco civiles murieron, entre ellos un niño. Paul Revere, orfebre y dibujante opositor a la corona, retrató el episodio como una supuesta matanza multitudinaria –una de las primeras Fake news en suelo americano– y la opinión pública, antes contraria a los revolucionarios empezó a cambiar en favor de los ideales independentistas.
Volviendo a los primos Adams: Luego del episodio en Boston, John se convirtió en una figura de renombre en todas las colonias por garantizar el debido proceso para los soldados que frenaron el ataque a la State House, evitando que los ejecutaran injustamente, aún siendo partidario de romper los lazos con Gran Bretaña. El «tibio», como nos gusta decirle acá a los que se guían por las reglas, terminó convirtiéndose en el segundo presidente de los recién conformados Estados Unidos. Él fue quien más insistió para que la Constitución dejara lugar para una futura abolición de la esclavitud, mientras que la mayoría de los que conformaban el Congreso eran terratenientes con más de 500 esclavos en sus plantaciones.
¿Y qué tiene que ver esto con Donald Trump?
6 de enero de 2021, el presidente Trump incita a sus seguidores a marchar sobre el Capitolio. Muchos de ellos, en redes alternativas como Reddit o grupos de WhatsApp comparten publicaciones que equiparan a la Masacre de Boston con lo que ellos creen que va a pasar durante la manifestación. Algunos hasta publican mapas de los sótanos del edificio y van armados, como si marcharán contra las tropas enemigas y no contra una institución democrática. Realmente creen que están siendo parte de una revolución, que todo vale porque fueron estafados como hace más de 200 años, cuando el rey decidió aumentarles el impuesto al té. El ideario ultra derechista de los supremacistas blancos norteamericanos, base electoral de Trump, gira en torno a volver a los viejos valores de las colonias, que no son más que una construcción posterior de los hechos. Los peligros de la historia cuando es analizada de forma sesgada por los nacionalismos.
Mientras trato de redondear este artículo, estoy terminando de ver el primer capítulo de la miniserie de John Adams. Él y su primo, el moderado y el revolucionario, ven con horror cómo la turba desnuda a un mercader inglés y lo cubre de alquitrán hirviendo. No hay nada que puedan decir para frenarlos, la multitud que antes los seguía, ya no les responde. John le recrimina a su primo «¿Apruebas esto? ¿Apruebas los actos violentos e ilegales para conseguir un fin político? Debemos fundar un país sobre la base de la ley o no fundar ninguno.»
Las palabras importan sea en 1770 o 2021, en Estados Unidos o cualquier parte del mundo. Ojalá que Trump – y sus imitaciones locales – hayan aprendido de esto.
Ahora sí, vayan a ver la miniserie de John Adams y después la comentamos.